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Sunday, April 5, 2009

Robin Finley un Californiano en Medellín

Robin Finley vive en Medellín

"Quiero una arepa alegre", le pidió Finley al diseñador. Éste dibujó una con sombrero y corbata en forma de Suramérica. Es el logo de la revista. Nunca antes había comido arepa. Sólo unas tortillas delgadas y de fábrica, en su país.

El Diamante y La Arepa

ROBIN FINLEY ES un californiano radicado en Medellín desde hace cuatro meses. Decidió quedarse a vivir aquí, atraído por el espíritu espontáneo de la gente. Fundó una revista para turistas: La Arepa.

"Hace 30 años, en Colombia me robaron la bolsa. ¡Hoy, me van a robar a mi hijo!"

Fue la exclamación de Mrs. Ann, la mamá de Robin Finley, cuando éste le contó hace unos meses que había decidido mudarse a Medellín.

Él es un gringo de 31 años, que se cansó de la rutina de 10 horas diarias de oficina, sentado frente a un computador de la Google y otras empresas, sin un cambio, como debe ser la descripción universal de la monotonía.

Y echó a andar por América Latina.

Antes de avanzar en la aventura de Finley, digamos que la primera parte de la expresión de su madre se debió a que en una visita suya a Bogotá, hace 30 años, un raponero le arrebató su bolsa y ella quedó convencida de que Colombia es un país peligroso, en el que no se puede andar sin que le roben a uno sus cosas. La segunda, a que a su hijo le robaron aquí el corazón. No una mujer, ni varias, sino las ciudades, el clima, la apertura de la gente de esta parte del continente.

Graduado en Ciencias Políticas de la Universidad de Berkeley, carrera que nunca ha ejercido, "vivía en California, un lugar lleno de latinos, pero no me podía comunicar con nadie". Decidió viajar a Guatemala a aprender español.

Estuvo allí cinco meses hasta que compró una motocicleta para seguir viajando hacia el sur. La llamó «El Diamante» e hizo pintar este nombre en un sitio visible de su vehículo. Llegó a Panamá a principios de 2008 y se montó en un barco con su moto y llegó a Cartagena. Pagó 350 dólares por esa travesía de ocho días que disfrutó como un niño. Bellas le parecieron las islas de San Blas y simpáticos los delfines que rodearon mucho tiempo la nave.

"¡Súper bacanos!" Dice con ese español que no termina de domesticar.

Apenas desembarcó en la Heroica, halló un corrillo de lugareños en la calle y se acercó para contarles un chiste. Y desde ese momento sitió que Colombia era el país para él. Que hasta los guatemaltecos resultaban fríos y reservados en comparación con la relación espontánea y cálida de los colombianos.

Siguió su viaje en moto hacia el interior. Se detuvo en los pueblos, hizo una crónica de Valdivia, municipio que le atrajo por ser una muestra típica de Antioquia.

Y con solo tres días que estuvo en Medellín descubrió que era la ciudad del mundo en que quería vivir.

Tardó casi un mes en convencer a su madre de que este país no es el sitio de horror que ella creía y le pintaban los medios de comunicación. Que la economía colombiana está mejor que la de su país en estos tiempos de recesión y, por eso, había más oportunidades para él si se mudaba. Además, le dijo, haría realidad un viejo sueño: fundaría una revista para extranjeros.

Y aquí está el gringo desde hace cuatro meses. Ya sabe decir, además de "súper bacano", "me parece el colmo", "mañé", "parce", "chimba", "sisas", expresiones que le causan gracia.

Y no encontró elemento más simbólico que la arepa para bautizar su revista. "El guaro también, pero no es tan sonoro".

Vive en Laureles, en una casa que comparte con otras seis personas, entre estudiantes de la Universidad Pontificia Bolivariana y dos extranjeros más.

Entre sus metas está conocer cada día algún sitio distinto de la ciudad. Por eso, cuando le pregunté dónde quería que habláramos, dijo que en la Biblioteca de La Ladera. No porque la conociera sino, precisamente, porque no la conocía. Y con ese espíritu pragmático de los de su cultura, me dijo: "así puedo conversar y, al mismo tiempo, conocer un lugar nuevo". Se asombró al saber que allí, en otro tiempo, funcionó una cárcel, de la que algunas columnas quedan para recordarlo. Con la ciudad al fondo, explicó que El Diamante es él, y así le dice a las mujeres. Contó que espera a su madre en junio y que le mostrará los metrocables, la llevará a Guatapé y le hará cambiar la idea de Colombia que ella conserva en su mente desde hace 30 años.

La revista

La Arepa, cuyo primer número aparecerá a fines de abril, es una publicación en inglés. Es guía cultural y de vida nocturna de Medellín.

Trae mapas, instrucciones sobre transporte, sitios agradables: restaurantes y atractivos turísticos. En el N° 1 incluirá una entrevista con una maquilladora de modelos, otra con el grupo musical Don Kristóbal, un reportaje gráfico de pescadores en el Caribe, cómo aparentar ser menos forastero usando el "pues" y el "vos", una crónica de Valdivia y mucho más.

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